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Una plaza se construye con el empuje de las mujeres


Dejaron de lado los prejuicios y trabajan en un oficio que parecía exclusivo de los hombres. Un fenómeno que crece.

Robustiano Pinedo
José Ignacio Sbrocco

TARTAGAL, Salta. Espera con ansias que el mezclador termine de preparar el cemento. Agarra con firmeza las manijas de la carretilla para trasladar el contenido. El sol pega muy fuerte. Los 42 grados se hacen insoportables. La escena sería típica de un hombre en una obra pública. Sin embargo, en Tartagal cada vez más mujeres se animan a trabajar con el pico y la pala.
Unas 12 mujeres albañiles trabajan codo a codo para refaccionar la plaza del barrio Cherenta, una zona humilde de esa localidad. Vencieron sus temores y se animaron a realizar una tarea que parecía exclusiva de los hombres: trabajar en la construcción.
Una combinación de falta de trabajo y de dejar de lado los prejuicios hizo posible este fenómeno. “No había otro trabajo. Soy madre soltera y no tengo ayuda. Es mejor trabajar que salir a robar”, dice Leyla Castillo, que hace tres meses arrancó a trabajar en la plaza del barrio.
Nancy distribuye el cemento con su pala. Se tapa la cabeza con una remera para tener algo de sombra. “Nunca me imaginé que iba a trabajar en la construcción. Los hombres que trabajan con nosotras nos tratan bien, pero nosotras trabajamos más”, dice con una sonrisa cómplice.
Carolina es tal vez la más alegre de todas. Hace chistes y trata de pasarla bien aunque el trabajo sea duro. “Muchas veces pensé en rendirme, pero tengo que seguir. Los primeros días me cansaba mucho pero con el tiempo me fui acostumbrando”, agrega. “Me gusta el trabajo. Seguiría aquí si se mantiene la obra pública”, sostiene.

Trabajo comunitario

Las mujeres pertenecen a la cooperativa 17 de Octubre que conduce Adriana Adanto. Los que trabajan en la obra la llaman “la líder”. Adanto era piquetera. La lucha en las rutas, como a todos los dirigentes, le abrió una puerta de acceso a la política. La buena relación con el intendente de Tartagal, Sergio Leavy, le posibilitó acceder a varias obras que encarga el municipio: cordones cuneta, cloacas y la plaza del barrio Cherenta.
“Siempre luchamos por trabajo.
Hoy hay posibilidades en la construcción. No fue fácil juntar a mujeres para este proyecto. Hace tiempo que pedimos por la inserción laboral para ellas. Ojalá hubiese sido en un ámbito más acorde a las mujeres, pero es lo que hay”, dijo Adanto.
Arrancan temprano. Llenan los tachos con agua para preparar el cemento. Cargan el mezclador con arena y ripio. Cargan las carretillas y desparraman el cemento. Lo haría cualquier hombre. Pero lo hacen mujeres.


2 comentarios:

  1. Me parecio bueno los testimonios pero el de carolina tendria que ser sin anteojos de sol que ocultan su identidad, muy bueno tu blog

    Diego Alhadeff

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  2. Gracias Diego, pero no quisimos "preparar ningún ambiente" reflejamos lo que estaba y como estaba. saludos

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