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"Tranquilamente Urtubey puede ser candidato presidencial en 2011"


José Ignacio Sbrocco
El Tribuno

Fue uno de los primeros que creyó en el proyecto Néstor Kirchner 2003. Fue uno de los fundadores del grupo Calafate y fue el encargado del armado nacional, cuando el ex presidente era un ignoto gobernador de Santa Cruz. ¿Está repitiendo el esquema con el gobernador Juan Manuel Urtubey? Muy pronto para decirlo.
Alberto Fernández tiene una extensa trayectoria política en la Argentina. En 1989, con 30 años, ingresó en la Superintendencia de Seguros de la Nación, en el gobierno de Carlos Menem. En ese gobierno ocupó varios cargos. También fue uno de los creadores del grupo Bapro (Banco Provincia) durante la gobernación de Eduardo Duhalde en Buenos Aires. El 7 de junio de 2000 asumió como legislador porteño por Acción por la República, el partido fundado por Domingo Cavallo.
Fue un hombre clave en el gobierno de Néstor Kirchner, perteneció a su círculo íntimo. Fue uno de los impulsores de la transversalidad pero tuvo que renunciar tras el rechazo a las retenciones móviles en el Senado, ya en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El ex funcionario legó a Salta para reunirse con el mandatario provincial, con el que tiene muchas cosas en común, entre ellas, el armado de un espacio político que no sea rehén del kirchnerismo ni del duhaldismo en la interna peronista. Cree en un lugar donde confluyan dirigentes justicialistas “de la nueva generación” que incluye a Urtubey, al gobernador de Chaco Jorge Capitanich, entre otros.
Defiende a Kirchner, al que nunca trató de “Néstor” en la entrevista con El Tribuno. Dice que es el mejor presidente de la democracia. Confía en las políticas de estado. Sostiene que en democracia no se puede consensuar todo, pero sí algunos puntos centrales.

¿A qué vino a Salta?
Vine porque tenía pendiente una reunión con Juan Manuel (Urtubey) desde hace tiempo. Vine a hablar con él porque tenemos la vocación de poder inaugurar un espacio que de algún modo facilite el debate en una Argentina que tiene muy poca vocación de debatir las cosas que hay que debatir.

Se habla de una eventual candidatura presidencial de Urtubey...
La verdad es que no hablamos de eso. Acá dicen eso y en Buenos Aires dicen que el candidato voy a ser yo y que Juan me va a apoyar. Son especulaciones. Creo que tranquilamente Juan puede ser un muy buen candidato, pero no es lo que debemos hablar en esta instancia. Los cambios sociales que se necesitan, son cambios que se construyen en forma colectiva no individual. El objetivo acá es formar un conjunto de personas; primero el debate que está clausurado y luego se verá. Falta tanto tiempo para el 2011.

Habla que está cerrado el dabate, pero usted fue parte de un Gobierno tuvo varios enfrentamientos...
Cuando uno gobierna, regula intereses. Por momentos se choca con los intereses de otro. Eso no es un problema; eso es así. El problema es que a veces se confronta innecesariamente porque hay cosas que se pueden sacar por consensos, sin necesidad de ir al choque.

¿Por ejemplo?
La ley de medios o la reforma electoral. Nadie discute que la Argentina necesita una ley de medios pero no era necesario sacarla así. Se podría haber consensuado. En la Argentina hay debate. No creo que tengamos que ser parte de un espacio donde el discurso se unifica. Cuando con Kirchner iniciamos este proyecto, Kirchner solía repetir que veníamos a terminar con el discurso único. Porque en verdad Argentina necesitaba abrir la cabeza y debatir más de una posición.

¿Y qué pasó que no se cumplió?
Los debates únicos son malos. No es cierto que si el discurso único es progresista es permitido o cuando es menos progresista es malo. Lo que pasó es que se instaló otro discurso único. Lo que hay que hacer es romper esa lógica. Cuando me pongo a reflexionar sobre esto me siento el más kirchnerista de todos porque estoy pidiendo hacer lo que dijo que quería hacer. Hay que animarse a soportar una crítica.

¿Cuál es el verdadero kirchnerismo, el que tolera o el que impone un discurso único?
Para despersonalizarlo. Hubo un proceso político del que yo fui parte, donde el discurso único estaba mal visto. Yo sigo siendo parte de ese proyecto político. Será con Kirchner o sin él, pero yo sigo en ese espacio.

Las internas lo obligarán a estar dentro de un partido. ¿Con cuál se identifican?
No tengo idea. Hemos empezado a hablar. Nos preocupa dar un debate con la gente, no con las estucturas. Queremos transmitir lo que pensamos. Somos peronistas y buscaremos acuerdos con otros. La ley electoral es rara porque puede votar cualquiera en la interna. No importa mucho. Podemos hacer acuerdos con otros que no son peronistas. El sistema de primarias es riesgoso porque permite a otros inmiscuirse en la interna de otro partido.

¿Cuál es la salida?
No creo que haga falta una ley. Hacen falta otros políticos. A los políticos que la sociedad cuestiona da lo mismo votarlo en una pantalla digital, en una lista única o en una lista sábana.

¿Por qué en la Argentina es difícil que haya políticas de Estado?
Porque la Argentina está muy atomizada. Las crisis que le atribuyen al peronismo ocurre en todos los partidos. Nadie habla de la interna Cobos-Carrió o Cobos-Morales o Sanz. Hablan de la interna Duhalde-Kirchner o Menem-Kirchner. El problema de los partidos es que dejaron de representar lo que dicen representar. En los partidos conviven opiniones antagónicas. Creo que Macri podría competir con Menem, no entiendo cómo De Narváez podría competir con Kirchner. Son cosas antagónicas. Los socialistas en España pueden tener diferencias pero no de fondo. Acá compite un conservador con un progresista. No tienen nada que ver. De Narváez tiene que competir con Menem, esa es la realidad y Pino Solanas con Kirchner. Cuando Kirchner decía que debía haber una fuerza de centroderecha y otra de centroizquierda era para sincerar esta realidad.

¿Cómo toma el regreso de Kirchner al PJ?
Me da igual. No me cambia nada.

¿Es raro que alguien que perdió una elección vuelva a conducir al partido?
Eso es algo que tendrán que explicar Kirchner y los que votaron para que volviera. También es cierto que las instituciones no se quiebran porque se perdió una elección. En ningún lado está escrito que el que pierde una elección se tiene que ir. Aca tenemos que discutir si alguien que expresó su decisión de renunciar en forma indeclinable después vuelve. No soy yo el que tiene que explicarlo, sino Kirchner.

¿En qué sector del peronismo se ubica?
En ningún lado. Estoy parado en el mismo lugar de siempre, para el que me convocó Kirchner: tratando de satisfacer una demanda social que está lejos de ser satisfecha. Una política más cercana a la gente, mas transparente, que equilibre las desigualdades sociales, que integre a la Argentina más al mundo. Son temas pendientes. Quiero aclarar que Kirchner fue un presidente que le dio mucho a la Argentina, es el mejor presidente de la democracia. Pero no voy a caer en el debata de Kirchner o Duhalde. Que se la arreglen ellos. Ese no es mi debate ni creo que sea el debate de la gente. No voy a debatir sobre los menemistas y los otros. Que lo discutan ellos. Tengo claro que con los menemistas no tengo nada que hacer. Tengo mucho que hacer con mucha gente; que alguien se dedique a plantear estas cosas.

¿Se puede consensuar o no?
La democracia no es todo consensuada. El país que quiere Macri, De Narváez o Romero, es otro país diferente del país que quiero yo. El mío se parece más al de Juan Manuel, al de “Coqui” Capitanich. Tal vez se pueda consensuar con Martín Sabbatela, con Pino Solanas. Hay cosas que se pueden consensuar.

Con el kircherismo no se pudo.
No se habrá querido y lo lamento.

¿Cre que hay ánimo destituyente como denunció la Presidenta?
No creo. Algunos lo tendrán, sin duda. No es el tema central de los reclamos. Lo que se llama convulsión social es la metodología que imponen sectores conocidos como piqueteros, que generan un gran desorden pero no son una expresión mayoritaria de nada. Los piqueteros que responden al Gobierno y los que no dejaron de representar a la gente y empezaron a representar a la política.

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