Ganar lo mismo que Kirchner requiere de un gran esfuerzo
La fortuna que construyó el matrimonio en base al alquiler de inmuebles
El Tribuno comparó lo que deberían producir distintas actividades para obtener 28 millones en un año, como el ex presidente.
José Ignacio Sbrocco
El Tribuno
Un productor necesita plantar más de 60 mil hectáreas de soja para obtener la misma rentabilidad anual que tuvo el matrimonio Kirchner durante 2008: más de 28 millones de pesos.
Una empresa constructora, en un escenario normal, debe construir más de 3.300 viviendas Fonavi para igualar los ingresos de la presidenta Cristina de Kirchner y su marido.
Una cadena nacional de supermercados, con 15 sucursales en todo el país no alcanza la ganancia del matrimonio presidencial.
Conclusión: en la Argentina es más fácil vivir de rentas que apostar a una actividad productiva o comercial.
Los Kirchner, según la declaración jurada por la Presidenta ante la Oficina Anticorrupción, incrementaron su patrimonio en base a tres pilares: la venta de terrenos en El Calafate, comprados a bajo precio y vendidos por cifras mucho mayores, el rendimiento de depósitos en plazos fijos y por el alquiler de inmuebles. Ninguna de las actividades realizadas por el matrimonio presidencial genera empleo.
El “yuyito”
Un productor sojero, siendo propietario de la tierra que trabaja, necesita 61.404 hectáreas para alcanzar la rentabilidad de los Kirchner, si se tiene en cuenta un rinde promedio de 2.400 kilos por hectárea. El valor de la soja de la semana rondó los 950 pesos la tonelada. A ese precio, una hectárea le deja al productor 2.280 pesos.
De ahí tiene que deducir cerca del 80 por ciento que se destinan a impuestos: 35 por ciento de retenciones, 35 por ciento de Ganancias, 10,5 por ciento de IVA y 1,2% de Compra (impuesto provincial de Salta).
Luego tiene que descontar la inversión para llevar a cabo el emprendimiento: 360 dólares (1.368 pesos) la hectárea, que incluye fertilizantes, pago de empleados, entre otros ítems. Es decir, si la cosecha no tuvo problemas de sequía ni se vio afectada por plagas; un productor, con viento a favor, puede ganar 456 pesos, en limpio, por cada hectárea.
Ladrillos
La situación de la construcción es más complicada. El empresario Jorge Banchik dijo a El Tribuno que la actividad está paralizada y que la rentabilidad casi ha desaparecido.
Desde que se gana una licitación hasta que comienzan los trabajos puede pasar hasta un año. En ese interín, aumentan salarios e insumos pero el precio de la obra quedó desactualizado. “Si salís hecho estás contento”, ironizó Banchik.
En un escenario normal, la ganancia de una constructora debe ser del 10 por ciento del contrato. Por una vivienda del Fonavi, de 45 metros cuadrados, el Gobierno paga 84.000 pesos. La ganancia debería ser de 8.400 por casa. En ese contexto, una empresa debería construir 3.333 viviendas. El asunto es que la rentabilidad es casi nula en estos tiempos de crisis económica y con la actividad paralizada.
Otro empresario, que pidió mantener su nombre en reserva, graficó: “Antes nos peleábamos por ganar una licitación. Ahora nos largamos a llorar si la ganamos”. El riesgo de perder plata está latente.
Una cadena nacional de supermercados, con 15 sucursales en todo el país, factura anualmente unos 400 millones de pesos; pero la rentabilidad, según fuentes empresarias, es del 5 por ciento. El resto es para el pago de unos 4.000 empleados que esa cadena tiene en la Argentina, mercaderías e impuestos, entre otros gastos. El margen que le queda es de 20 millones al año, aproximadamente. Por debajo de los 28 millones del matrimonio Kirchner.
Máximo, el heredero que maneja las empresas familiares
Máximo Carlos Kirchner, el hijo mayor del matrimonio presidencial, es el que lleva adelante los negocios inmobiliarios de la familia. Según datos oficiales, está al frente de al menos tres empresas: Negocios Inmobiliarios S.A., El Chapel S.A. y Los Sauces S.A.
El primer desembarco empresarial de Máximo Kirchner fue el 13 de octubre de 2005, cuando Néstor Kirchner ya llevaba dos años como presidente. Ese año creó Negocios Inmobiliarios. Allí es socio de Osvaldo José Sanfelice, una persona de extrema confianza del ex presidente y de María José Fernández Clark, esposa del ex gobernador de Santa Cruz, Carlos Sancho. La empresa fijó domicilio en la calle Alberdi 43, Río Gallegos. La empresa está diversificada: se dedica a tres rubros: comercial, inmobiliaria y construcción.
El capital social es de $60.000 y el directorio está integrado por Sanfelice (presidente), Máximo Kirchner (director titular) y Fernández Clark (directora suplente).
A fines de 2006, Máximo Kirchner formó una sociedad junto a sus padres, Los Sauces S.A, con domicilio en calle Alcorta 76 de Río Gallegos. Allí funciona el estudio contable que asesora al matrimonio presidencial.
Esa empresa se dedica a la compra,venta, permuta, explotación, arrendamiento de inmuebles urbanos y rurales. También se dedica a la hotelería, al turismo y servicios. El capital social se fijó en $100.000. El presidente de la compañía es Máximo Kirchner, mientras que los directores suplentes son Néstor Kirchner y Cristina Fernández, según el Boletín Oficial número 4.032 de Santa Cruz.
Entre los tres también formaron El Chapel S.A. en septiembre de 2008 y fijó el mismo domicilio que Los Sauces, Alcorta 76. Pero se dedica a la consultoría, estudio, nvestigación y asesoramiento en las ramas de la economía, finanzas, derecho, ciencias sociales, educación, administración y otras disciplinas a personas físicas o jurídicas del país o del extranjero. El capital social es de $100.000.
En esta compañía, Máximo también es el presidente y sus padres los directores suplentes. La creación de esta empresa generó controversias porque podría ser incompatible con el rol de jefa de Estado.
Pero Néstor Kirchner, cuando dejó la Presidencia, siguió con su espíritu emprendedor.
El primer día hábil de 2009 registró el cambio de dueños de la empresa Hotesur, que en rigor, ya funcionaba desde 2003, de la que posee el 98 por ciento de las acciones. Esa compañía está valuada en 15 millones de pesos.
Con esa empresa administra el hotel Alto Calafate, el segundo más importante de la ciudad. Allí es socio de su sobrina Romina Mercado (hija de la ministra Alicia Kirchner); hermana de Natalia Mercado, la fiscal que investiga las compras de terrenos fiscales en esa localidad.
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Y pegue, y pegue, y pegue Brosco, pegue...
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